Son aquellos que provienen directamente de fuentes naturales, sin procesos químicos complejos. Se obtienen de plantas, frutas o miel y mantienen parte de sus nutrientes originales (como vitaminas o minerales).

Algunas ventajas son: menor procesamiento, algunos aportan antioxidantes o micronutrientes y pueden tener un sabor más “natural” y agradable.

Algunas desventajas son: muchos siguen aportando calorías y afectan los niveles de glucosa en sangre y su conservación puede ser más corta.

Son endulzantes que provienen de fuentes naturales, pero se someten a procesos industriales o enzimáticos para modificar su estructura química y mejorar su poder endulzante o reducir sus calorías.

Algunas ventajas son: aportan menos calorías o incluso ninguna, no elevan bruscamente el azúcar en sangre y son más estables al calor (útiles para cocinar o hornear).

Algunas desventajas son: en exceso, algunos pueden causar malestar digestivo (por ejemplo, el sorbitol) y su sabor puede diferir del azúcar tradicional.

Son sintetizados químicamente y no provienen de fuentes naturales. Tienen un poder endulzante muy alto, por lo que se usan en cantidades mínimas. No aportan calorías.

Algunas ventajas son: no tienen calorías, no elevan el azúcar en sangre y son muy potentes (hasta cientos de veces más dulces que el azúcar).

Algunas desventajas son: Su sabor puede ser distinto al del azúcar (a veces metálico o amargo) y existe debate sobre sus posibles efectos a largo plazo, aunque están aprobados por organismos de salud como la FDA y la EFSA en dosis seguras.